
ES LA ECONOMÍA, ESTÚPIDO....
LO QUE CARVILLE PUDO ASESORAR EN ESTE FUNERAL
Por María del Pilar Clemente
Momento de crisis en el palacio de La Moneda. Sucedió lo que Eduardo Frei Ruiz-Tagle y Ricardo Lagos tuvieron la suerte no vivir en sus cargos: falleció el temido General Augusto Pinochet.
Lo de “temido” es por el recuerdo del gran poder que ostentó desde 1973 hasta 1990, incluso, hasta 1998, puesto que había logrado ser Senador Vitalicio y sortear 139 cargos judiciales en su contra... hasta Londres, el caso aquel del Juez Baltasar Garzón y The Clinic, una clínica que dio nombre a un semanario humorístico de gran venta.
Vemos, entonces, un documental sobre la campaña que James Carville realizó en 1992, como consultor profesional del entonces joven gobernador de Arkansas, Bill Clinton en contra del venerable George H. W. Bush, padre del actual Bush. El que siga la generación de los Bush en el sillón presidencial, con su mismo monotemático lema: la guerra contra el terrorismo mundial, puede hablar mal de la campaña de Carville, aunque fue exitosa en su tiempo. Por otro lado, el propio Carville podría decir que el éxito del republicano Bush es el de mantener no más de una o dos ideas en su programa de trabajo. “Clinton cayó por su propia debilidad”, opinaría el asesor.
¿Qué diría Carville a Michelle Bachelet?
Fácil es imaginar que organizaría su famoso “Cuarto de Guerra” , pero no en el segundo piso de La Moneda. No, la idea es transmitir profesionalismo, objetividad. Lo más seguro es que se trasladaría a un hotel “ni chicha ni limonada”. Ni muy caro, ni muy económico, pero cerca del centro, ojalá del Metro, en un décimo piso con una vista privilegiada para captar de antemano cualquier desarreglo. A veces, los movimientos urbanos grafican lo que puede estar pasando por la cabeza de los eventuales enemigos, amigos y neutrones (me refiero a los “neutros”, si es que existe el concepto “apolítico”, que a juzgar por Aristóteles y Platón, no existe, pero ese es un tema que Carville o los asesores de la primera dama no tendrían porqué analizar)
Carville revisaría los tres puntos de su campaña estrella, la que muchos estudian en diversas universidades del mundo: “Es la economía, estúpido”. “Promueve el cambio versus el más de lo mismo” y “No te olvides de la Salud”.
Los tres puntos del evento
En primer lugar, Carville le aconsejaría lo que ya ha hecho todo el gabinete, incluida la mandataria: entregar al ejército lo que es del ejército. Salomónico, justo, sencillo. Sin embargo, los temas latentes siguen en el subsuelo. Los partidarios del ex general pretenderán levantar el tema de la economía como la gran obra del fallecido. De fondo, mediáticamente, intentarán que se perfilen los adelantos económicos de la Concertación como causa de “La Obra” (ahora con mayúscula). Si tomamos una de las lecturas que hace el filósofo Juan Pablo Arancibia en su último libro “Comunicación Política: fragmentos para una genealogía de la mediatización en Chile”, podremos ver que hay “clases poderosas” que se sirven de los grandes medios (televisión y prensa nacional) para poder expandir su dominio ideológico. Por ahora, han permanecido relativamente neutras, pero la idea-eje pronto empezará, después del entierro.
El mismo Arancibia señala que el mundo mediático se subsume al mercado. ¿Podrá la mandataria enfatizar nuevos éxitos? Su primera actividad “después de...” no fue la economía. Ella le dijo a Carville “Es la educación, estúpido”. Simplemente, tocaba entregar el documento de la Comisión aquella, la generada por los pingüinos, lamentablemente, en el golpe mediático no estaban los pingüinos, quienes se habían desprendido de la Comisión unas semanas antes, aunque opinaron y parecieron ser parte del proyecto, clave en la participación ciudadana.
La batalla...
Carville, desde el décimo piso, miraría preocupado. La educación es una caricia emocional para los chilenos, óptima, pero frágil. Ya sabría nuestro hombre de campaña, que en marzo, con las matrículas y pases escolares, el volcán podría estallar. Está, entonces, la siguiente frase: “Cambios versus más de lo mismo”. Por ahí puede estar el refuerzo. Si bien el discurso opositor enfatizará en la obra económica de Pinochet, las opiniones lapidarias de los medios de prensa internacionales le han hecho un favor grande al gabinete de Michelle Bachelet: Casi todas las publicaciones no han escatimado adjetivos oscuros a la labor ética del viejo general. Rescatemos la frase de Margareth Tatcher, la antigua amiga y colega del militar, que opinó “sentir una gran tristeza”. Británica, diplomática.
Estos adjetivos, no pronunciados por los políticos chilenos, disminuyen el “gol” de la inolvidable tarea económica, de “los pequeños errores” (derechos humanos) que opacaron los excelentes cambios del general.
Los extranjeros salvan el discurso del “cambio” de Bachelet. Curiosamente, diría el consultor estadounidense, las voces extranjeras no dan por concluido el capítulo, como señalan cortésmente los políticos nacionales. Por el contrario, indican que es buen momento para seguir investigando las causas de estafa y homicidio. Mal para la familia Pinochet y para sus partidarios. Angustioso para La Moneda.
¿Y la economía, estúpido? Problema, dice Carville: ¿Qué imagen de prosperidad pueden dar esos jóvenes encapuchados con neumáticos y molotov? Hace poco quemaron los libros de la Universidad de Chile. ¿Mala política del “chorreo”?. Otro gol a favor de la derecha política: “Ahora tenemos que administrar nosotros los recursos fiscales, pues la Concertación no sabe”.
¿Y la salud?
La salud, tema clave para una doctora como Bachelet. Podría ser LA AGENDA, mejorar con los dineros del cobre la infraestructura, la gestión. Por ahí va, incluso, el tópico apareció alguna vez en las 36 medidas del programa de campaña. El problema es que las diversas denuncias de corrupción y ahora, el funeral más temido para la imagen pública, las ha dejado atrás.
Carville, lápiz en mano, sacaría cuentas. El sendero mediático de las exequias dejarán cadáveres en el camino: por un lado, la familia Pinochet y sus partidarios no le perdonarán a la mandataria no haberle dado un funeral de Estado al extinto. Legalmente, ellos tendrían razón. Moralmente, no; pero actualmente, los temas morales y éticos han ido quedando en el tintero de un país laico. Esto implica una fuerte campaña en su contra cuando llegue la hora. Por otro lado, los encapuchados, los extremos, también encontrarán fría y entreguista, el que no hayan surgido críticas y celebraciones en La Moneda. La ciudadanía, ya opina en encuestas que no estimaba un funeral con honores para Pinochet. Si lo hubiera hecho, para la opinión pública internacional Chile parecería una opereta.
En buen castizo, James Carville aconsejaría “pasar piola”. Ojalá salir pronto a una cumbre, seguir la vida normal. Que la historia pise los talones, pero que no haga tropezar. Una labor difícil, más para una mujer que usa zapatos delicados.
Aquí diría el consultor: “HAZ LO MÍNIMO, ESTÚPIDO... Y QUE PASE PRONTO EL TEMPORAL”. Aunque como todo temporal, los verdaderos costos se sabrán después: por omisión, por acción, por reacción, por pavor. Pero... a alguien le tenía que tocar el “temido” funeral.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home